Deja que llore mi triste suerte
y que suspire por la libertad
El dolor infringe este sesgo de mi martirio, solo por piedad de mi martirio...
Solo por piedad.
Ah, cuánto silencio en
el alma
Huyeron dioses y
pájaros
Espadas y cruces
se entregaron a la hora del alba.
Ya no están mis
padres, ya no están mis hijos
Llantos y flores
los llaman.
Un cielo verde y
morado detrás de la ventana.
Se cruzan, colisionan,
las horas
tropiezan, vacilan y
avanzan
La tristeza ya está
fatigada...
Ah, que malvada, que
inocente la vida
Las
vísceras laten, el deseo acecha,
la sangre comienza a
olvidar y otra vez reclama
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