domingo, 26 de julio de 2015

El anticristo.






























































Deja que llore mi triste suerte 

y que suspire por la libertad

El dolor infringe este sesgo de mi martirio, solo por piedad de mi martirio...

Solo por piedad.










































Ah, cuánto silencio en el alma


Huyeron dioses y pájaros

Espadas y cruces se entregaron a la hora del alba.


Ya no están mis padres, ya no están mis hijos

 Llantos y flores los llaman.

Un cielo verde y morado detrás de la ventana.


Se cruzan, colisionan,  las horas

tropiezan, vacilan y avanzan

La tristeza ya está fatigada...


Ah, que malvada, que inocente la vida

Las vísceras laten, el deseo acecha, 

la sangre comienza a olvidar y otra vez reclama